Enfermedades de Nuestro Tiempo

por Joaquín Rocha
Psicólogo especialista en Educación para la Comunicación

El trastorno afectivo bipolar se ha convertido, hoy, en la “vedette” de las enfermedades más diagnosticadas de nuestro tiempo. El término es usado, con facilidad, en los medios de comunicación, por “personajes” que deberían informarse más, antes de opinar o interpretar alguna conducta bipolar.

Este trastorno, también llamado depresión maniaca o trastorno maniaco depresivo, consiste en que quienes lo padecen pasan de la manía a la depresión, desencadenando severos cambios de ánimo y humor. Se lo denomina así, porque la persona varía entre dos polos: la manía y la depresión. Esta alternancia puede persistir horas, días, incluso meses.

Es común que los individuos experimenten alteraciones en su humor: Altibajos que se pueden considerar normales. y es corriente sentirse, a veces, animado y alegre, y, otras veces, más triste y taciturno. Frente a ciertos estímulos, se actúa de diferente manera, de acuerdo con la historia de cada uno. Se enmarcan dentro de límites predecibles y situaciones más o menos conocidas, lo cual les permite ejercer cierto control sobre ellas. Siempre guardan una curva de mudanza, pero, cuando estos cambios se producen bruscamente y sin causa aparente, se puede estar ante un trastorno bipolar con sintomatología bien identificada.

Generalmente, se inician, entre los 20 y 30 años, con un episodio depresivo. Aunque algunos autores consideran que tanto niños como adolescentes pueden desarrollar este trastorno, siendo más susceptibles aquéllos cuyos padres ya portan esta enfermedad.

Pueden originarse varios episodios depresivos antes que aparezca el episodio maníaco. Según estudios, resulta más común en mujeres que en hombres. Se debe tener en cuenta que cada persona muestra una manifestación particular de esta patología.

Normalmente, los episodios maníacos, sin tratamiento, duran unos pocos meses, y la depresión, unos seis meses. En muchos casos, es estacional: la depresión suele ser reincidente en otoño e invierno, y la manía, en primavera o verano. Algunas personas presentan períodos de manía de baja intensidad (hipomanías), mientras que otros la sufren con extrema violencia. Algunos pueden sumergirse en estados de ánimo depresivos durante lapsos cortos, en cambio, otros sucumben a largos períodos de abatimiento.

Aunque no se sabe, exactamente, cuál es el mecanismo que ocasiona este trastorno, sí se indica que las causas son múltiples: genéticas, psicológicas, ambientales, emocionales.

Existe una corriente de investigadores que afirman que esta enfermedad es hereditaria, ya que el trastorno se debe a un desequilibrio químico en el organismo. Otros sostienen que no se trata únicamente de un desorden de tipo neurológico, sino que también hay componentes psicológicos en todos los trastornos bipolares.

“Durante los episodios de depresión, se manifiesta tristeza, apatía, angustia, desconsuelo, inactividad, ausencia de energía, ningún interés en actividades placenteras, falta de deseo sexual, dificultad para concentrarse y tomar decisiones, pobre valoración de sí mismo, y son muy frecuentes las ideas suicidas.

La fase maniaca puede durar días e incluso meses, los síntomas son: júbilo, excesiva actividad, energía, irritabilidad, falta de autocontrol, elevada autoestima, nociones de grandeza, habla acelerada, emprender mil asuntos al mismo tiempo, comenzar todo tipo de aficiones y abandonarlas al poco tiempo, hacer compras exageradas, gastar mucho dinero, aumento del deseo sexual, falta de concentración, necesitar dormir poco, negar que se tenga algún problema, etc.” (fuente: Dra. Trinidad Aparicio Pérez, psicóloga clínica, psicóloga escolar, Universidad de Granada).

La enfermedad se puede controlar mediante la combinación de tratamientos psiquiátrico y psicológico. Los que padecen esta patología deben entender que no renuncian a disfrutar de una vida plena y feliz.

La mayoría de las personas portadoras de este desorden gozan de una inteligencia práctica, además de ser sumamente creativas. Personajes como Robin Williams, Jim Carrey, Hermann Hesse, Mark Twain, Charles Dickens, Edgar Allan Poe, Tim Burton, Paul Gauguin, Winston Churchil, Walt Whitman, Mozart, Vincent van Gogh y Francis Ford Coppola, entre otros, han sido diagnosticados con este trastorno.

Fuente:
http://www.san-pablo.com.ar