¿Qué se entiende por psicoeducación en el tratamiento del trastorno?

El tratamiento imprescindible para el trastorno bipolar es el farmacológico, no obstante, los pacientes también pueden beneficiarse de un abordaje psicológico que complemente la farmacoterapia. Los tratamientos psicológicos que están demostrando su eficacia en el abordaje del trastorno bipolar, siempre junto al tratamiento farmacológico, son la psicoeducación, la terapia cognitivo-conductual, la terapia interpersonal o de ritmos sociales y la intervención familiar.

Entre los distintos abordajes psicoterapéuticos que se han realizado uno de los más utilizados es la psicoeducación. La psicoeducación va más allá de la mera transmisión de información, incide en cambios cognitivos y conductuales que se derivan del conocimiento de la enfermedad. La psicoeducación es una intervención que intenta proporcionar un marco teórico y práctico en el cual el paciente pueda comprender y afrontar el trastorno y sus posibles consecuencias, colaborando activamente en el tratamiento. Por tanto, la psicoeducación huye del modelo de un profesional “sanador” y de un paciente “pasivo” y en su lugar potencia una adecuada alianza terapéutica centrada en la colaboración, la información y la confianza. Parte de la hipótesis de que facilitar información y estrategias de afrontamiento adecuadas ante la enfermedad y sus consecuencias incidirá positivamente en el curso del trastorno.

Entre los principales objetivos de la psicoeducación se incluyen fomentar la conciencia de enfermedad, mejorar el cumplimiento del tratamiento farmacológico y facilitar la detección precoz de nuevos episodios (ya que ello conducirá a una intervención temprana evitando la intensificación de la sintomatología). Otros objetivos de la psicoeducación serían evitar el uso y abuso de drogas, potenciar el que se lleven a cabo unos hábitos sanos y regulares y controlar, en la medida de lo posible, el estrés. Todos estos factores pueden actuar como desencadenantes de nuevos episodios por tanto el controlarlos reducirá el riesgo de recaídas. A todo ello podemos añadir la importancia de afrontar las consecuencias psicosociales de los episodios. El control de los distintos aspectos comentados puede contribuir a mejorar el curso de la enfermedad incidiendo a su vez en un mejor funcionamiento sociolaboral entre episodios así como en un mayor bienestar y calidad de vida de los pacientes y las personas de su entorno.